
Vecinos de la Falda: entre la inseguridad y la impotencia.
La ciudad de La Falda atraviesa una grave crisis de seguridad que deja a los vecinos expuestos ante una alarmante ola de robos de motos. La indignación y el dolor de quienes son víctimas de estos delitos aumentan día a día, mientras la policía y el sistema de «Ojos en Alerta», implementado para prevenir este tipo de situaciones, parecen completamente ineficaces.
Vecinos solos frente al delito.
Los habitantes de La Falda han comenzado a realizar sus propias investigaciones, recolectando datos, identificando a los delincuentes e incluso localizando partes de sus vehículos robados. Sin embargo, este esfuerzo ciudadano no siempre es suficiente para revertir las pérdidas.
Una vecina, víctima reciente del robo de su moto, compartió su experiencia con un desgarrador mensaje:
«Es increíble que uno ya no pueda ni dormir tranquilo, porque te levantás para ir a trabajar y te encontrás con que te robaron en segundos. Sabemos nombres, apellidos, domicilio, todo. Tenemos imágenes, pero ¿qué podemos hacer? Nada. Se nos ríen en la cara y nos dicen que no la vamos a recuperar nunca más, y lo peor es que es verdad.»
A pesar de contar con pruebas concretas, los vecinos se enfrentan a un sistema que no les da respuestas. Con dolor y frustración, esta vecina relató cómo, tras días de búsqueda incansable, solo pudo recuperar el cuadro pelado de su moto, con lágrimas en los ojos al reconocer el número de serie.
¿Dónde está la seguridad?
El programa «Ojos en Alerta», que se promociona como una herramienta para prevenir el delito, parece ser insuficiente o mal gestionado. Los vecinos aseguran que, incluso con información detallada sobre los delincuentes y su modus operandi, no se toman acciones efectivas para detenerlos.
«Todos en La Falda y alrededores sabemos quiénes nos roban, a quién se las venden, quién las desarma. Sabemos todo, pero publicar nombres es un delito. Qué ironía, ¿no? Ellos pueden robarnos, pero nosotros no podemos defendernos ni señalar a los responsables,» expresó otro vecino, visiblemente cansado de la inacción policial y judicial.
Justicia lenta e inoperante.
El descontento con la justicia también es evidente. A pesar de las pruebas presentadas, los casos avanzan con una lentitud desesperante, lo que permite a los delincuentes seguir operando con total impunidad. Mientras tanto, las víctimas deben aceptar pérdidas irreparables, tanto materiales como emocionales.
«Con mucho dolor en el alma ya no buscamos más. Agradecemos a todos los que compartieron y ayudaron, pero ya está. Damos por finalizada la búsqueda,» concluyó resignada la vecina. Este sentimiento de impotencia y abandono es compartido por muchas familias que han sufrido robos similares.
Los vecinos exigen soluciones.
La situación en La Falda pone de manifiesto la falta de recursos, planificación y compromiso por parte de las autoridades encargadas de garantizar la seguridad.
Los vecinos exigen:
Mayor presencia policial: Patrullajes constantes y efectivos, especialmente en horarios nocturnos.
Revisión del programa «Ojos en Alerta»: Ajustes en su funcionamiento para que realmente sea una herramienta útil y no un simple eslogan.
Acción judicial inmediata: Que las pruebas presentadas por los vecinos sean tomadas en serio y se actúe contra los responsables.
Planes integrales de seguridad: Estrategias que incluyan prevención, educación y colaboración activa con la comunidad.
Un grito de ayuda.
La Falda, un lugar que alguna vez fue tranquilo, se encuentra hoy en una encrucijada. La comunidad, unida en su dolor y enojo, exige un cambio urgente. No se trata solo de motos robadas; se trata de recuperar la confianza en las instituciones y el derecho básico de vivir con seguridad.La inoperancia no puede seguir siendo la norma. Las autoridades tienen la responsabilidad de escuchar y actuar antes de que esta problemática siga destruyendo la tranquilidad y el tejido social de un pueblo que merece mucho más.
