
Hermanos detenidos por venta de cocaína y marihuana en La Falda: el caso expone la red narco que atraviesa el Valle de Punilla.
En un operativo llevado a cabo por la Fuerza Policial Antinarcotráfico (FPA), bajo la dirección del Ministerio Público Fiscal, se logró la detención de dos hermanos mayores de edad y el secuestro de estupefacientes en el barrio Altos del San Jorge, en la ciudad de La Falda.
El procedimiento, que tuvo lugar en la intersección de las calles Lonardi y Las Sierras, marca un nuevo episodio en la lucha contra el narcotráfico en el Valle de Punilla, una región que desde hace años se ve atravesada por una creciente y preocupante presencia del narcomenudeo.
Durante el allanamiento, fueron detenidos una mujer de 44 años con antecedentes por coacción y amenazas, y un hombre de 42 años, ambos hermanos. En el interior de la vivienda, los efectivos de la FPA incautaron varias dosis de marihuana y cocaína listas para su comercialización, además de elementos relacionados con el fraccionamiento y la distribución de estas sustancias.
Lo que reviste gravedad y genera profunda inquietud en la comunidad es que la mujer detenida era conocida como una figura influyente y “respetada” dentro de su barrio, con vínculos comunitarios en diversas localidades del Valle de Punilla. El punto de venta que administraba no solo era ampliamente conocido por los vecinos, sino también por las propias autoridades, lo que plantea serias dudas sobre la complicidad o el desinterés de quienes deben garantizar la seguridad pública.
Según fuentes judiciales, la Fiscalía de Lucha Contra el Narcotráfico con asiento en la ciudad de Cosquín ordenó el secuestro de los estupefacientes hallados y el traslado de los detenidos a la sede judicial, en el marco de una causa por infracción a la Ley Nacional de Estupefacientes N° 23.737.
Sin embargo, este caso no es aislado. Vecinos de distintas localidades de Punilla, como Cosquín, Huerta Grande, Valle Hermoso y Villa Giardino, vienen denunciando desde hace años la existencia de verdaderas redes narco que operan con impunidad en la zona. Lo que se conoce popularmente como la “ruta de la droga” del Valle de Punilla conecta distintos puntos de venta y “cocinas” de estupefacientes, muchas de ellas conocidas por las autoridades locales y provinciales, pero ignoradas deliberadamente por motivos de conveniencia política y económica.
Existen fuertes sospechas de connivencia entre miembros de las fuerzas policiales, intendentes y hasta empleados municipales, que no solo miran hacia otro lado, sino que en algunos casos brindarían protección a los narcos o facilitarían su operación a cambio de favores o sobornos. Esta situación ha convertido a la región en una zona crítica, donde el narcotráfico se ha naturalizado y donde las intervenciones judiciales suelen llegar tarde, o bajo presión social.
A pesar de este panorama desalentador, se está registrando un cambio en la actitud de los vecinos del Valle de Punilla. Cada vez son más las personas que se animan a realizar denuncias anónimas, a exponer la situación en redes sociales o a exigir públicamente que se tomen cartas en el asunto. Estas acciones han comenzado a generar un efecto dominó que obliga a las autoridades judiciales y políticas a actuar, aunque muchas veces lo hagan más por presión mediática y social que por voluntad institucional.
El operativo en La Falda, si bien representa un paso adelante, también es una muestra de la enorme deuda que las autoridades tienen con las comunidades afectadas por el flagelo del narcotráfico. La lucha contra este delito no puede limitarse a la detención ocasional de pequeños distribuidores. Es necesario desarticular las redes completas, investigar las complicidades internas y garantizar políticas de seguridad, prevención y asistencia que realmente estén al servicio de la ciudadanía y no del silencio cómplice.
Mientras tanto, en el Valle de Punilla, la droga sigue circulando y destruyendo vidas, familias y comunidades. Solo con el compromiso real de la sociedad y con la voluntad política de romper pactos de impunidad, será posible empezar a sanar una región herida por el abandono y la corrupción.
