La Falda vuelve a ser noticia, pero no por avances en salud ni en servicios públicos. La Municipalidad confirmó la grilla de la Fiesta Nacional del Alfajor 2025, donde actuarán Agapornis, Willy Magia, Flor Ferrero, Franco Reale, Los Herrera, La Garetto, Música para Volar, El Embrujo, El Andariego, Grupo Cristal, Miguel Ángel Cherutti y otros ocho artistas más. Un despliegue de espectáculos que significa un gasto millonario en cachets, producción y logística, en un contexto donde el hospital local sigue en crisis.
La paradoja indigna a los vecinos: mientras el municipio destina recursos a escenarios y luces, el hospital continúa con quirófano cerrado, partos suspendidos y falta de anestesistas. Hoy los pacientes deben ser derivados a otras localidades porque en La Falda la atención básica no está garantizada.
El año pasado, la fiesta movilizó más de 1.200 millones de pesos en la economía regional. El municipio invirtió 63 millones, recuperó alrededor de 45 millones en sponsors y alquiler de puestos, y puso de su bolsillo cerca de 18 millones netos. La pregunta inevitable es: ¿qué hicieron con esa ganancia millonaria? ¿Dónde está el dinero que generó el festival? Porque la realidad demuestra que nada de ese flujo económico se tradujo en mejoras para el hospital, que sigue agonizando.
La gestión municipal insiste en que la fiesta trae turismo y movimiento económico, pero ese beneficio se queda en el sector privado: hoteles, restaurantes, comercios. La ciudad como comunidad no ve el impacto en su salud pública. Mientras tanto, el hospital requiere 90 millones de pesos mensuales para sostener su funcionamiento mínimo. Con lo que se gasta en tres días de festival se podría cubrir casi un mes de atención sanitaria completa para la población.
Los números son claros, y la indignación vecinal crece: ¿es prioritario pagarle a artistas de renombre cuando no hay anestesistas para operar a un vecino? ¿Qué pesa más para la gestión municipal: la vidriera turística o la vida de la gente?
La ausencia de respuestas oficiales sobre el destino de las recaudaciones pasadas alimenta la sospecha de malversación y mala gestión. Porque si el festival genera semejante movimiento de dinero, ¿cómo se explica que el hospital esté en estado crítico? ¿Por qué no se destina ni una parte de esas ganancias a garantizar partos, cirugías y guardias médicas?
La Fiesta del Alfajor podrá traer turistas y fotos coloridas, pero también deja una sombra: la de un municipio que prefiere gastar millones en espectáculos antes que asegurar la salud de su propia gente. Y eso, más que un motivo de orgullo, es una señal de alarma.
