
Raquel Agüero, vecina de La Falda, hizo público un crudo testimonio que refleja el colapso y la insensibilidad del sistema de salud local. Según relató, llevó a su hija con contracciones al hospital municipal y, lejos de recibir asistencia inmediata, y debido a que se cerró la sala de obstetricia, en mesa de entrada le dijeron: “Primero pague, y si está por nacer, llévela al Funes”. No solo eso, sino que cuando solicitó una ambulancia, le negaron el servicio, alegando que “trasladarla es responsabilidad de la familia”.
La misma vecina relató un caso previo donde llevó a una nena de 10 años con una fractura en la mano y recibió la misma respuesta: “Primero paga. Llévela al Funes para que le pongan el yeso”. Todo mientras se le exigían $10.000 sin explicación alguna. “Entonces la pregunta es: ¿para qué cobran 10 mil pesos si no le podían poner el yeso?”, se pregunta, indignada.
Pero esto no es todo. Mientras los ciudadanos padecen una atención inhumana, La Falda se prepara para anunciar el lunes un gravísimo aumento en los servicios médicos municipales: el bono de atención, que hasta ahora era de $10.000, pasará a costar $30.000. Triplican el valor sin garantizar una mínima mejora en la atención ni en la infraestructura.
¿Dónde están las prioridades del municipio? ¿En qué se invierte el dinero que sale del bolsillo de los vecinos? ¿Cómo puede ser que en una situación de urgencia una madre tenga que decidir entre conseguir dinero o que su hija reciba atención? Este no es un hecho aislado. Es parte de un sistema que excluye, maltrata y se desentiende.
Mientras tanto, las autoridades siguen en silencio, sin respuestas, escondidos detrás de aumentos que castigan a quienes menos tienen.
El municipio es responsable. De cada parto que no se atiende. De cada niño que no recibe atención. De cada persona que sufre. Y ahora, también será responsable de que miles de vecinos queden directamente fuera del sistema de salud.
