
Un Pueblo adornado para turistas y vecinos desilucionados.
En las últimas semanas, Valle Hermoso ha brillado con actividades, arreglos y decoraciones que buscan enamorar a los turistas que llegan a disfrutar de nuestro pueblo. Calles impecables, flores en cada esquina y una agenda de eventos digna de una postal.
Sin embargo, detrás de esta imagen de ensueño, hay una realidad que los propios vecinos enfrentan cada día y que poco tiene de fotogénica: el agua.
En Valle Hermoso, abrir la canilla se ha convertido en un acto de incertidumbre. El agua, turbia y de olor desagradable, no solo genera dudas sobre su calidad, sino que muchas veces ni siquiera está disponible. Los cortes de agua son frecuentes, incluso en plena temporada, cuando la población del pueblo se duplica por la llegada de turistas.
¿Qué pasa con los vecinos, los de toda la vida, que tienen que lidiar con esta problemática mientras el municipio destina sus esfuerzos a «embellecer» el pueblo? El agua, un derecho básico, parece haber quedado relegada a segundo plano en las prioridades municipales. Mientras tanto, la cooperativa local parece no querer dar lucha para paliar la situación.
Los vecinos, por su parte, ya no saben a quién recurrir. Muchos han optado por comprar agua embotellada, un gasto adicional que no debería ser necesario en un pueblo que pretende ser un atractivo turístico. Y ahí está la contradicción. ¿Cómo se puede atraer turistas cuando el problema del agua es evidente? Algunos visitantes ya han comenzado a notar la situación y a preguntarse si este «pueblo de ensueño» es realmente tan perfecto como lo pintan. Mientras tanto, los vecinos siguen esperando una respuesta, una acción concreta, algo más que promesas.
Valle Hermoso merece ser un lugar para todos: para quienes lo visitan, pero sobre todo, para quienes lo habitan. No se puede tapar el sol con flores ni solucionar problemas estructurales con pintura. Es hora de priorizar lo urgente y escuchar a quienes llevan años construyendo este pueblo, porque sin ellos, Valle Hermoso dejará de ser un lugar con alma y solo será un escaparate vacío.
La gestión municipal debe recordar que la verdadera belleza de Valle Hermoso no está en sus adornos, sino en la calidad de vida de su gente. Y para eso, garantizar algo tan básico como el agua debería ser el primer paso.
